lunes, 27 de agosto de 2007

Nicolás Guillén - Guitarra

Tendida en la madrugada
la firme guitarra espera;
voz de profunda madera
desesperada.

Su clamorosa cintura,
en la que el pueblo suspira,
preñada de son, estira
la carne dura.

Arde la guitarra sola,
mientras la luna se acaba;
arde libre de su esclava
bata de cola.

Dejó al borracho en su coche,
dejó el cabaret sombrío,
donde se muere de frío,
noche tras noche,

y alzó la cabeza fina,
universal y cubana,
sin opios, ni marihuana,
ni cocaína.

¡Venga la guitarra vieja,
nueva otra vez al castigo
con que la espera el amigo,
que no la deja!

Alta siempre, no caída,
traiga su risa y su llanto,
clave las uñas de amianto
sobre la vida.

Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.

El son del querer maduro,
tu son entero;
el del abierto futuro,
tu son entero;
el del pie por sobre el muro,
tu son entero...

Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.



Para los que amamos la poesía y la guitarra, este poema -y este poeta- tienen la doble significación de una rítmica maravillosa junto al calor, el color y el horror humano. Nadie canta como él, cógela tú, guitarrero, y en esa guitarra toca, tu son entero.

sábado, 18 de agosto de 2007

Joaquín Gianuzzi - Las Estructuras

Horadaba un viejo muro
a golpes de martillo.
Vi los ladrillos,
su instantáneo regreso hacia la luz,
su duro alineamiento intelectual
en la adhesión indemne del mortero.
Vi la gravedad en plena acción,
vi desnudo su interno mecanismo.
Vi el conjunto apretado hacia sí mismo,
como un frío cerebro equilibrado,
la concentración del sistema
la convicción de las tres dimensiones posibles,
esperando el asalto del hierro.
Vi que la causa de la materia
es una amenaza nada despreciable.


Qué manera tan robusta de expresar una idea, cierto? Uno transita la acción hacia la metáfora con un disfrute nada despreciable!

sábado, 11 de agosto de 2007

Jacques Prevert - Para tí mi amor

Fui al mercado de pájaros
Y compré pájaros
Para ti
amor mío

Fui al mercado de flores
Y compré flores
Para ti
amor mío

Fui al mercado de hierros viejos
Y compré cadenas
Pesadas cadenas
Para ti
amor mío

Y después fui al mercado de esclavos
Y te busqué
Pero no di contigo
amor mío


A veces el humor, asociado al poema, logra traducir lo que los ojos no dejan ver: el cordero encerrado en una caja, el pájaro encerrado en una jaula, el hombre encerrado en sus preconceptos. Es claro que ni Prevert ni yo pensamos el amor realmente así, pero esta es una forma sublime de recordarlo.

sábado, 4 de agosto de 2007

César Vallejo - Los heraldos Negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios: como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!


Hay poetas en la vida, tan claros... Yo sí sé! Poetas que ante el odio de Dios ponen además del pecho su grandeza, su alma, su marca. Y nos dejan una enseñanza aún sin quererlo: la iluminación existe, y no se adquiere en ninguna tienda.